¿un final feliz?

A lo largo de la historia de la humanidad, nos hemos apoyado en figuras emblemáticas para seguir adelante. Personajes que han sacrificado todo su haber, todo lo que tenían menos su humanidad e integridad, hombres que lo entregaron todo por dar a conocer al mundo una verdad que nos revelaría el futuro tal como lo conocemos. Y es así como nombres se han tatuado a fuego en nuestras conciencias, en nuestras miradas infinitas al pasado, y podemos distinguir grandes personajes en el pasado, héroes de su época, personas que hicieron posible el caminar del mundo en que vivimos. Hombres y Mujeres han caminado por el estrecho mundo del martirio y han dejado sus enseñanzas en el pueblo de la tierra. Nombres como Luther King, Ghandi, Jesús, Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, personajes todos en distintas áreas del más intrínseco conocimiento humano, desarrollaron una capacidad única de mirar hacia adelante sin el temor de ser comidos por la luz del futuro, o su oscuridad.

Es así como hemos visto estos hombres morir como hojas secas de un árbol que siempre recordamos como un ciruelo floreado en plena primavera. Da la impresión que el hombre viviera sus épocas en un constante ocaso, y que -como bien dijo Manrique- "todo tiempo pasado fue mejor". Ese tiempo en que Micenas se bañaba de oro y que la humanidad vivía en una armonía ignorante, inocente. Pero ahora, el presente, todo parece perder su brillo interior. Y es porque tenemos que asumir que en nuestra tierra, nuestro planeta, nada brilla por si mismo excepto la naturaleza humana. La mente del ser humano y todas sus complejas operaciones y sistemas, abarcan un sueño imposible, la capacidad de esperanza que nos hace mirar, más bien nos regala la posibilidad de, mirar hacia el futuro si es que nos lo proponemos. Fisicamente, toda luz que vemos, todo color que percibimos es una longitud de onda. Como el experimento de Newton, aquel que con la ayuda de un prisma diluye la luz blanca en una infinita gama de colores. Pero la física se olvida de algo, se olvida de la inmensidad del amor humano.


Ya no hay héroes a quien venerar, y no es por su ausencia, sino por su negligencia. Cada vez se hacen menos presentes, cada vez se esconden entre los restos de la humanidad, con el temor de cantar sus nombres y tomar prestado el fuego prometeico y la lira de Orfeo y llenar el mundo de colores y saber. Pero, ¿es que acaso estamos solos en la inmensidad de la vida? ¿Somos los terrícolas una especie en extinción per se? Cada vez somos más y más quisquillosos a la hora de consagrar a los ídolos. Y no nos culpo, es cosa de observar en televisión tanto FALSO estandarte que se ha edificado, tanta FALSA espectativa acerca de una persona. Caemos en un remolino psicológico que no nos permite enjuiciarnos a nosotros mismos, ergo, nos eclipsamos unos a otros como si la competencia fuera lo más importante y no a lo que apunta la competencia: lo VERDADERO, hacer de nosotros mejores personas.

Ya es tarde para nosotros, ya nada podemos hacer por nosotros. Solo nos queda responder el llamado al martirio y caer como gotas blancas de pudor hacia el poderoso Sol. Gotas blancas que con el contacto de la luz son capaces de pintar el mundo de colores y renacer para nuestros hermanos, para nuestros hijos, la conciencia del color. Dejarles a nuestros hijos el poder del punto de partida. Recordarles que antes no todo fue siempre mejor, que incluso, el pasado en algunas cosas fue PEOR... y es por esto que debemos seguir caminando, seguir y seguir caminando hacia la infinitud del futuro.

Ahora, sentado en los controles de mi nave espacial, como Icaro dotado de sus esculturales alas de greda, me preparo para entrar en el vórtice.

Ground Control to Major Tom
Your circuit's dead, there's something wrong
Can you hear me, Major Tom?
Can you hear me, Major Tom?
Can you hear me, Major Tom?
Can you....


Mayor Tom
(Alberto Samuel)