Hoy, 21 de Mayo de 2006, es importante para Chile y su historia, para Chile y sus chilenos, que entendamos porque hoy es un día "feriado", porque honramos la muerte de un hombre que fue capaz de dar la vida por algo que fue más grande que él, Chile y su humanidad. Recordamos entonces en la literatura al Combate Naval de Iquique y el sacrificio humilde de Don Arturo Pratt, móvil y mártir de lo que fue entonces el "sentir" del chileno. Hoy debesmo reconocer, y recuperar, esto que muchos llaman peyorativamente "patriotismo" y que debemos nosotros retomar como parte de nuestra escencia como PATRIOTISMO. Solo celebramos cuando chile gana el oro en Atenas o cuando clasificamos al mundial. Celebrar que somos chilenos va más allá del deporte... debemos preguntarnos ¿Cuáles son las guerras que Chile pelea hoy? ¿Como podemos sacrificarnos -y de qué manera- para el bien de nuestra patria?
FUENTE: www.armada.cl
BLOQUEO DE IQUIQUE
Una vez declarada la guerra, el 5 de abril, Chile decide bloquear el puerto de Iquique, principal vía de salida de las millonarias exportaciones de nitrato de sodio de la provincia peruana de Tarapacá.
El 16 de mayo el Comandante en Jefe de la Escuadra don Juan Williams Rebolledo escribía al gobierno:
Señor Ministro: Por carta privada del 15 del presente comunico al señor Comandante General mi inmediata salida de éste, con el grueso de la escuadra en dirección al Norte. Mi viaje tiene por objeto atacar, si es posible, y batir a la flota peruana, surta en la bahía del Callao. En el plenilunio anterior había pensado llevar a cabo esta expedición, pero me fue imposible por no estar con todos los elementos necesarios. Hoy, que la escuadra se encuentra lista, cumplo con este propósito, y de no ser por algún contratiempo o circunstancia imprevista, confío en su buen resultado. De todos modos puede el Gobierno descansar en la seguridad de que la Escuadra cumplirá con el deber que le impone su pasado de glorias. No creyéndose autorizado para suspender el bloqueo, dejo a la "Esmeralda" y "Covadonga" que lo continúen con la estrictez establecida, en la seguridad que esta medida será de la aprobación de US. Debo prevenir a US., que todas las noticias que tengo acerca de la Escuadra peruana, confirmadas por el último vapor que acabo de visitar, son favorables a los fines de mi viaje. Esta permanece en el Callao, resguardada por las baterías. Espero que US., se dignará ordenar el pronto envío de un vapor ligero con un cargamento de carbón. Este vapor debe dirigirse al Norte, hasta Callao, navegando con las precauciones debidas, a la vista de la costa, y al pasar por Iquique convendría que se pusiera al habla con el Comandante de la "Esmeralda". Concluyo rogando a US., se sirva excusar si esta comunicación sufre algún retardo. WILLIAMS |
En la noche del 16 los comandantes de las naves chilenas se reunieron en una comida a bordo del Blindado Blanco Encalada, y en ella el almirante dio a conocer la próxima partida en busca del enemigo. Al retirarse entregó a Prat un sobre que debía abrir el día 20 y le manifestó el temor de que el Huáscar pudiera filtrarse hacia el sur y atacar a los buques bloqueadores en Iquique, a lo cual contestó Prat:
"Yo sabré defender mi puesto... si el Huáscar me ataca lo abordo..."
A los que eso escucharon, les pareció una fanfarronada de parte del comandante de ese buque al que, en la Armada, denominaban como "LA MANCARRONA",debido a su macices y escaso andar.
Al amanecer del 17 de mayo la escuadra levaba anclas poniendo rumbo al norte en demanda del enemigo que se suponía en el Callao.
BUQUES PERUANOS RUMBO AL SUR
En los momentos en que Williams despedía a los oficiales que habían comido con él en el Blanco Encalada, los transportes "Oroya", Chalaco" y "Lima" se hacían a la mar protegidos por la Primera División Naval peruana que componían los blindados "Huáscar", al mando del Contralmirante Miguel Grau Seminario y la "Independencia", al mando del Capitán de Navío Juan Guillermo Moore. El transporte naval llevaba consigo al Presidente General Mariano Ignacio Prado y 4.000 soldados destinados a Arica.
En este puerto recibió Prado la noticia del viaje de la Escuadra chilena al norte y la llegada de un convoy con 2.500 soldados a Antofagasta. De inmediato surgió en su mente el plan de destruir a los barcos bloqueadores de Iquique y atacar a las naves chilenas que, sin protección, se dirigían a Antofagasta.
El plan de Prado era de gran envergadura y fue de inmediato aprobado por el comandante de la división naval, capitán de navío Miguel Grau. Este debía hundir a los barcos chilenos en la mañana del 21, continuar su viaje al sur y apoderarse de los transportes chilenos antes de alcanzar puerto y, una vez hecho esto destruir las resacadoras de agua de Antofagasta y, luego, bombardear los puertos del norte de Chile.
VÍSPERA DEL GRAN COMBATE
El 20 de mayo, Prat procedió a abrir el sobre que había recibido de Williams, cuyo contenido era:
Cuatro días después de mi salida despachará el vapor "Lamar" que deberá tocar en Pabellón de Pica y Huanillos, para cerciorarse si aún existen algunas lanchas en sus fondeaderos. El Lamar sólo tocará en Antofagasta para desembarcar el carbón que le quede a bordo en aquella fecha, continuando en seguida viaje al Sur. Entregará al Capitán del vapor "Copiapó"la adjunta comunicación tan pronto llegue a este puerto. WILLIAMS. |
Durante el día 20 se continuaron las labores de rutina a bordo de los barcos chilenos en Iquique y durante el ejercicio de banderas Prat hizo transmitir el siguiente mensaje: "Mañana la Armada de Chile se cubrirá de gloria...". Lo que era un simple mensaje de práctica la suerte lo iba a convertir en realidad.
Por la tarde Prat se traslado a la Covadonga para ver a su comandante e informarse de las novedades que hubiera y al despedirse para regresar a la Esmeralda, el comandante Condell que le había solicitado madera para los arreglos de su barco le dijo en son de chanza:
"No me escamite la madera que me ofreció, comandante".
"No Condell, no le escatimaré la madera ni la ortografía"
La noche transcurrió sin novedad a bordo de los barcos bloqueadores y el puerto que la camanchaca cubría como una delgada capa de algodón.
AMANECER DEL 21 DE MAYO
Amaneció el miércoles 21 de mayo. El mar estaba en completa calma y la neblina cubría la bahía. Hacia el oriente una ligera claridad sobre la ceja de la costa, indicaba la presencia de la aurora. En sus puestos de vigías oteaban la superficie mientras los barcos se balanceaban al compás de las olas. El cabrilleo del mar hiere los ojos de los centinelas peruanos apostados entre los peñascos de la costa. A sus espaldas la neblina se escurre por las laderas de los cerros de Molle y del Dragón, centinela impasible de esas playas, mientras la bandera peruana ondea al viento sobre el Puesto de Mando del General Buendía.
La neblina se levanta sobre el horizonte, son las ocho de la mañana y el reloj de la torre de Iquique la ha anunciado con ocho campanadas. De pronto el vigía de la Covadonga grita:
"¡Humos al norte...!".
Condell termina de vestirse rápidamente y sube a cubierta enfocando sus anteojos hacia el mar. Varios marineros se encuentran cerca de él en sus puestos de servicio y uno de ellos exclama:
"¡El Huáscar y la Independencia, mi comandante!".
"Cómo los has conocido, pregunta Condell".
"Porque yo serví en ellos hace diez años, contesta".
Condell hizo acercarse a la Covadonga para avisar a Prat de la presencia del enemigo, pero el Comandante de la Esmeralda ya había sido prevenido y se encontraba en la toldilla. Junto a él se encontraba el Teniente Luis Uribe y los barcos adversarios se divisaban ya perfectamente en lontananza. La bruma del mar hacia borrosas sus siluetas, sin embargo Uribe, dirigiéndose a su comandante le dijo:
"Uno de los buques es el Huáscar".
"¿En qué lo conoces?, pregunto Prat.
"En el trípode del palo del trinquete", contesto Uribe.
Ordene que el Lamar se aleje hacia el sur con toda la fuerza de sus máquinas, dijo a Uribe, y que se toque zafarrancho de combate. ¡Enseguida que suba la tripulación a cubierta!
Mientras se ejecutaban sus ordenes ordenó por señales a Condell: "Seguir mis aguas" y enseguida con la bocina le gritó:
"¡Que almuerce la gente y refuercen las cargas!",
"¡All right", contesto Condell...!
A BORDO DE LOS BLINDADOS PERUANOS
Amanecía el miércoles 21 de mayo, cuando los blindados peruanos Huáscar e Independencia ponían proa al sur en demanda de Iquique. Eran las cuatro de la mañana y la luna en creciente que comenzaba a ocultarse en occidente dibujaba sobre el cielo el espinazo de los cerros contra el cielo. Separados por corta distancia los dos blindados cortaron las aguas con sus proas, dejando atrás una larga estela que hacían brillar las noctilucas.
Pronto estuvieron lejos del puerto y a las siete treinta de la mañana enfilaban sus proas hacia Iquique. La neblina ocultaba la costa y el puerto yacía dormido bajo ella. Poco a poco se iba haciendo claridad hacía el oriente y se dibujaban las alturas de Molle. Aún no se divisaban los barcos chilenos, pero poco antes de las ocho el vigía de la cofa del Huáscar grito:
¡Iquique a la vista...! y poco más tarde,
¡Barcos a la vista en la bahía...!
Los comandantes de las naves peruanas hicieron tocar zafarrancho de combate, disponiendo sus barcos para el ataque. Sabían que los chilenos bloqueaban el puerto con dos viejas naves: la corbeta "Esmeralda" y la goleta "Covadonga",ambas de madera y sin valor combativo frente a los dos blindados. La resistencia sería inútil y se contaba con una inmediata rendición, tan pronto como se exigiera.
Reunidos en cubierta los marinos peruanos escucharon la voz de Grau:
"¡Tripulantes del Huáscar!. Ha llegado la hora de castigar a los enemigos de la Patria y espero que lo sabréis hacer cosechando nuevos laureles y nuevas glorias dignas de brillar al lado de Junin, Ayacucho, Abtao y Dos de Mayo...
¡Viva el Perú! "
y cada cual se dirigió a su puesto de combate.
LISTOS PARA ENFRENTAR AL ENEMIGO
Presente la tripulación en cubierta, Arturo Prat se dirigió a ella desde el puente:
"¡Muchachos!, la contienda es desigual. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea esta la ocasión de hacerlo. Mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar, y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber". Y quitándose la gorra, la agito en el aire, gritando: ¡Viva Chile!
¡VIVA CHILE...! fue la respuesta.
El aire de la mañana llevó sus palabras haciéndolas vibrar sobre las olas, mientras el sol iluminaba el mar, que iba a ser el escenario de la más grande hazaña americana.
La vieja "Mancarrona" izó su empavesado como para una fiesta y se acerco a la playa para obligar al enemigo a disparar alto a fin de que sus balas no cayeran sobre la población de Iquique. En tanto la Covadonga se movía saliendo del puerto pegada a la playa, movimiento que se advirtió en el Huáscar y una bala disparada contra ella atravesó su casco, matando al cirujano Pedro Regalada Videla, un contramaestre y un marinero. La tripulación logró reparar la avería y la nave continuó su carrera a un andar de 4 millas por hora. Grau dispuso su persecución con la Independencia, la que de inmediato se lanzó a la caza. Condell enfiló hacia Punta Gruesa pegándose lo más posible a la costa. La fragata peruana seguía sus aguas cañoneándola con su coliza de proa y tratando de alcanzarla para hundirla con su espolón. Condell maniobraba hábilmente esquivando al monstruo de acero que se le venía encima y para evitar el fuego enemigo, ordenó al marinero Juan Bravo, un hombre que se había hecho notar por su puntería, que subiera a la cofa del mesana y disparara sobre los sirvientes de la coliza de la Independencia. El grumete no se hizo repetir la orden y con su fusil cumplió brillantemente su cometido.
UNA CONTIENDA DESIGUAL
La contienda es desigual, había dicho Prat a sus marineros en el momento en que se preparaban para enfrentar al poderoso adversario que se les presentaba al frente. La resistencia era una locura según se presentaban los hechos, pero esos hombres no tenían en su mente la idea de rendición y aceptaron de inmediato seguir a su comandante, cualesquiera que fuesen las circunstancias que les presentara el combate.
Prat sereno en su puente de mando observaba acercándose al adversario. Colocó su espada sobre la caja de banderas y enfiló sus anteojos hacia el Huáscar para ver sus movimientos.
Momentos después de la 8 de la mañana, el Huáscar abrió fuego sobre la Covadonga, pero como fuese la Independencia la más cercana a esta, Grau ordeno al Comandante Moore que le diera caza, mientras dirigía sus cañones sobre la Esmeralda. Las máquinas de la corbeta apenas podían moverla y una de sus caldera estalló al elevar la presión, con lo cual el buque quedo casi inmóvil. Protegiéndose con la población que quedaba a su costado de babor, la Esmeralda contesto el fuego con todas sus piezas, pero sus balas rebotaban en el blindaje del Huáscar sin romperlo. Por espacio de dos horas el Huáscar descargo sus cañones sobre su adversario sin que estos dieran la menor señal de rendición, a pesar de la enorme cantidad de muertos que yacían sobre la cubierta de su nave.
Eran las 10, desde tierra la multitud se agolpaba en los cerros vecinos para no perder aquel histórico momento. Un sentimiento de admiración había hacía aquellos hombres que resistían sin querer rendirse al incesante cañoneo. A esa hora el general Buendía, comandante de las fuerzas peruanas estacionadas en Iquique, ordenó que se instalaran en los montículos de la costa, frente a la Esmeralda, cuatro cañones Krupp de 9, los que rompieron sus fuegos a una distancia de 350 metros. Este fuego resulto más mortífero que los cañones del Huáscar y Prat se vio obligado a ordenar el cambio de posición. Hasta ese instante el monitor peruano no se había abstenido de acercarse a la Esmeralda, por cuanto el administrador del puerto, que visitara a Grau antes de iniciar el combate, informo que la Esmeralda estaba protegida por torpedos.
Libre del peligro que entrañaba la presencia de torpedos, Grau vio la ocasión de hundir a su adversario con su espolón. Prat comprendió perfectamente el peligro a que estaba expuesto su buque y se preparó para el difícil momento. Tranquilo, con la vista clavada sobre el adversario y presto a dar sus ordenes, el valiente llamó a su lado al guardiamarina Zegers, que en ese momento escuchaba al teniente Ignacio Serrano que le decía:
"Amigo, esta si que es la última; sáquese los botines porque nos vamos a ir a pique".
Zegers, dejando el mando del cañón a un cabo, acudió al llamado de Prat, que le dijo:
"Hágame el servicio de llamar a mi mayordomo".
Zegers cumplió la orden y el mayordomo, luego de hablar con el comandante bajo a la cámara y regreso con algo que el oficial no alcanzo a reconocer. Prat lo miro algunos instantes y luego lo guardo en su bolsillo.
"Acérquese Zegers", dijo Prat con una ligera sonrisa y agrego:
"Creo Zegers, que Ud., y los demás no ignoran el fin que nos espera".
El guardiamarina no contestó y Prat continuó:
"Pero usted es muy joven y tengo para mí que su buena estrella lo va a salvar..."
"Señor, creo que tiene usted las mismas expectativas de salvación que nosotros, y Dios ha de querer que el Comandante no nos falte...".
"Gracias, pero eso es difícil que suceda, continuo mientras tomaba su espada que tenía sobre el cajón de banderas y se la ceñía, si lo que espero se cumple no se olviden de mis palabras, que serán tal vez las últimas; cuando usted vuelva a Valparaíso, vea a mi Carmela, dígale que mis últimos recuerdos, mis últimos votos, son para ella y mis hijitos".
El guardiamarina Zegers sintió hacérsele un nudo en la garganta y no atino a contestar, pero Prat volvió a decir:
"Zegers tenga presente mi encargo"
y luego mirando hacia el Huáscar que ya estaba muy próximo le dijo:
"Vaya a la máquina y dígale a Hyatt que de toda fuerza".
Eran las once y media de la mañana. la Esmeralda había tomado su última posición a casi 1.000 metros al norte de la ciudad y la tripulación luchaba contra el enemigo y los incendios que las granadas habían prendido en la madera.
PRAT Y LA MANCARRONA RUMBO A LA INMORTALIDAD
Como el tigre que clava las garras en el suelo para lanzarse sobre su presa, el Huáscar revolvía las aguas con su hélices y apuntaba con su espolón hacía la Esmeralda. Prat apercibió la maniobra y cuando el adversario emprendió la carrera, ordenó un viraje sobre el centro y la corbeta recibió el golpe de refilón, mientras los cañones del monitor Huáscar, disparados a tocapenoles, aventaban a 40 hombres de la marinería. Los barcos habían quedado un momento trabados y Prat alzando su espada grito:
"¡Al abordaje, muchachos...!"
Su voz sólo fue oída por un marinero y el sargento 2° Juan de Dios Aldea, que se encontraba a su lado. Sobre la cubierta del monitor, Arturo Prat, llevando su espada y su revolver se dirigió hacia la torre de mando, pero sólo alcanzó a recorrer algunos pasos: un disparo lo hirió, pero se mantuvo apoyando una rodilla sobre cubierta. Trataba de incorporarse cuando un marinero del monitor que salió de la torre de artillería le disparo a boca de jarro en la frente. La tripulación de la Esmeralda contempló la muerte de su comandante mientras el Huáscar se retiraba con rapidez, llevándose con él el cadáver del marino que acompaño a Prat y a Aldea, que mortalmente herido se apoyaba en el trinquete.
La corbeta estaba ahora inmovilizada. Grau repitió el ataque al espolón y el golpe abrió un gran boquete que inundo la Santabárbara y en ese momento el teniente Ignacio Serrano, repitió la orden del comandante:
"¡Al abordaje...!", y seguido por doce valientes se precipitó a la cubierta adversaria. Parapetados tras las defensas de acero de las torres, los peruanos fusilaron a los asaltantes, no sin que antes estos dieran muerte al teniente Jorge Valverde que había salido de la torre.
Cerca de los grandes cañones del Huáscar, quedaron tendidos Serrano y sus hombres,de los cuales 7 mueren. La hazaña había sobrecogido a sus propios adversarios, pero era necesario concluir. El Huáscar continuo el fuego por espacio de veinte minutos y de nuevo se lanzó al ataque. La vieja "Mancarrona" recibió el golpe cerca de la proa y de inmediato se comenzó a hundir. Las aguas del Pacífico se precipitaron impetuosas hacia el interior, mientras en el pico de mesana la bandera continuaba meciendoce en el viento. Un último cañonazo resonó en la nave: ¡Era el guardiamarina Ernesto Riquelme que saludaba a la muerte y a la gloria!.
Los doce valientes que acompañaron al Teniente Serrano |
Marinero Benjamín Reyes |
Ciento cuarenta y un hombres habían rendido sus vidas para hacer carne la consigna del héroe: " Nuestra bandera nunca ha sido arriada" y así se hundió bajo las olas del océano. El Huáscar pudo rescatar cincuenta y siete sobrevivientes que llevó a Iquique prisioneros.
Mientras tanto, la Covadonga que navegaba hacia el sur perseguida por la Independencia, lograba, gracias a las hábiles maniobras de su comandante Carlos Condell, llevar al blindado hasta los roquerios de Punta Gruesa, donde naufrago.
AL TERMINAR EL DESIGUAL COMBATE
En la tarde del día 21 el Huáscar desembarcaba los cadáveres de los chilenos muertos sobre su cubierta. En el muelle cubierto con una lona estaban Prat y Serrano, en espera de que se les condujera al cementerio para su sepultación. La multitud que se acercaba hasta ellos no podía menos de observar con admiración a aquellos hombres que se habían sacrificado por su patria.
Por la noche el ciudadano español residente en Iquique, don Eduardo Llanos converso con don Juan Bernal y Castro, Alcalde Municipal del puerto y supo que el Prefecto le había encargado la sepultación de los cadáveres de los tripulantes de la corbeta chilena. Llanos ofreció al señor Bernal "correr con las diligencias del enterramiento, y al efecto fue el 22 de mayo temprano al hospital para saber cuantos eran los cadáveres y sus categorías". "El ecónomo de aquel establecimiento, don José Manuel Eyzaguirre, le informo que no había ninguna instrucción sobre el modo de dar sepultación a los tres cadáveres de la "Esmeralda", por lo cual el señor Llanos manifestó su deseo de ocuparse del particular, solicitándole que no hiciera ninguna gestión mientras no recibiese aviso suyo, ya que iba a hablar con el inspector del hospital, don Carlos Richardson. Este caballero estuvo de acuerdo en facilitar a Llanos su cometido y le dio una orden para que Eyzaguirre pusiera a su disposición los cadáveres de Prat y Serrano acompañado por la orden visitó a Eyzaguirre y pidió la entrega de los cuerpos de los oficiales, diciéndole al mismo tiempo que enviara el del marinero al cementerio y que él se iba a encargar de correr las papeletas de rigor y mandar a hacer los cajones.
Después de los trámites correspondientes, Llanos hizo confeccionar los ataúdes y con el auxilio de tres mozos del hospital que puso a su disposición el señor Eyzaguirre, procedió a colocar los cuerpos envueltos en una sabana cada uno, por cuanto los uniformes los había solicitado el teniente Luis Uribe Orrego, prisionero en aquel momento, para remitirlos a Chile.
Las sabanas que envolvieron los venerados restos de los héroes tenían en una punta un monograma E:LI y fueron conducidos al anochecer al cementerio. El cortejo lo formaban don Eduardo Llanos, don Benigno Posadas, don Ciriaco Salas Mundútegui, los tres españoles, don Juan Nairn, ex cónsul inglés, don Edmundo Walis, gibraltareño, casado con chilena y un señor Latour, francés. En sencillas tumbas, sobre las cuales el Prefecto de Iquique, hizo colocar dos cruces blancas, quedaron reposando los cuerpos de los héroes, por espacio de un año.
Gracias.
Alberto Samuel... un chileno. un CHILENO.
3 comentarios:
que facinante!!!
que hombres mas increibles dar la vida por su tierra, su pais, su patris y su gente.
que increible lo que chile puede hacer en la historia, y los logros a los que puede llegar.
solo me queda decir una sola cosa.
VIVA CHILE MIERDA
teresita vergara, una CHILENA
yapoooooo !!!!!
cuando vamos a actualizar la cosa????!!!!
actualice po seba!!!
desde pucón lo estaremos leyendo :P
Publicar un comentario