Yo soy...

Y así caeran los huesos extremos

desde tu alma hacia la mía.

Lloverá sangre en las pupilas

del cuervo que limpió

los cuerpos sellados en el fuego.

Son las 6:57 de la mañana, y mientras calmo el alma con un cigarrillo, libero todos los suspiros que me quedan en este rebalse de cuerpo que cada día está más muerto. Ya no sé, si les quiero contar una historia, condenarlos o bendecirlos.

Acabo de conversar el amanecer. Efectivamente hay pocas personas que dialogan al amanecer, me queda decir que más allá de los edificios esta el sol. Que más allá del sol esta el amor. Que más allá del amor está el misterio. Que más allá del misteio estoy yo.

Yo soy,

Una agrupación fija de nombres y de huesos, soy materia y alma en una mezcla que libera los olores que trafican los serafines.

Yo soy,

La libertad entregada por Dios aprisionada como un canario que despierta las iniviciones del ser y se recuesta en las catacumbas del cuerpo femenino.

Yo soy,

La verdad a los ojos de un anciano de alma que llorará todas las mañanas el amanecer. Soy un invicto de los ropajes divinos.

Yo soy,

El humo que nubla la vista de los que intentan ver más allá de las narices de Dios, soy un servidor del Heredero de la Ceniza que niega el olvido, como quien acepta los tatuajes del alma.

Yo soy,

Alberto Samuel (y no otro) quien les escribe noche y día, desde la dulce existencia. La vida es y será siempre un camino de a varios.

Gracias por leer.